For over a century, U.S. taxpayers have been subsidizing the fossil fuel industry, despite the harmful environmental and health impacts associated with burning coal, oil, and natural gas. The federal government has been providing subsidies to fossil fuel companies since the early 1900s, and these subsidies continue to this day.

According to a report by Oil Change International, U.S. taxpayers have spent over $15 billion per year on fossil fuel subsidies in recent years. These subsidies come in the form of tax breaks, direct payments, and other financial incentives that help prop up the fossil fuel industry and make it more profitable.

Si bien la industria de los combustibles fósiles argumenta que estos subsidios son necesarios para promover el crecimiento económico y la creación de empleo, sus críticos argumentan que son simplemente un desperdicio de dinero público que podría invertirse mejor en fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica. De hecho, estudios han demostrado que el apoyo gubernamental a los combustibles fósiles supera con creces el apoyo a las energías renovables, a pesar de la urgente necesidad de una transición hacia fuentes de energía más limpias para combatir el cambio climático.

The fossil fuel industry also receives indirect subsidies in the form of environmental and health costs that are not factored into the price of fossil fuels. For example, burning coal for electricity generation produces air pollution that can lead to respiratory problems and other health issues, costing taxpayers billions of dollars in healthcare expenses each year.

In addition to the environmental and health costs associated with fossil fuels, the industry also benefits from government policies that prioritize fossil fuel extraction and production over renewable energy development. For example, the Trump administration has rolled back regulations on coal mining and drilling for oil and gas on public lands, making it easier for fossil fuel companies to exploit these resources.

Mientras los contribuyentes estadounidenses continúan subsidiando la industria de los combustibles fósiles, es evidente que se necesita un cambio. Al desviar los subsidios de los combustibles fósiles hacia las fuentes de energía renovables, el gobierno puede ayudar a acelerar la transición hacia una economía baja en carbono y crear nuevos empleos en el sector de las energías limpias. Es hora de que los responsables políticos actúen y pongan fin a los subsidios derrochadores que han sostenido la industria de los combustibles fósiles durante más de un siglo.